Hay dos cosas con las que los niños disfrutan: jugar y pintar. Si le damos a un niño una hoja en blanco y material de pintura (colores, ceras...) pueden estar distraídos durante largo rato. ¿Por qué algo tan aparentemente insignificante puede llegar a ser una actividad esencial en la vida del niño? Porque es a través del dibujo y del juego donde comunican y expresan cómo son, sus pensamientos, sus sentimientos y donde establecen contacto con la realidad y el ambiente que les rodea. El escaso dominio que los niños poseen sobre el lenguaje les dificulta la comunicación de sus pensamientos, pero esta dificultad les lleva a explorar nuevos modos de comunicación.
Además de ser un medio expresivo, se considera que a partir de actividades artísticas el niño aprende a conocer y a manejar sus gestos, el espacio, las formas y los colores, agudiza el sentido de la observación y la aptitud para esquematizar. Por lo que el grado de perfección del dibujo de imitación o copiado sería el testimonio de su nivel de madurez y puede constituir una medida en su nivel de desarrollo.
Es Viktor Lowenfeld (1903–1960) profesor de educación artística, quien propuso un análisis de la evolución de la expresión plástica infantil en términos de estadios, enfoque que considera la evolución gráfica hasta la adolescencia. Fue el primero en considerar el estudio del dibujo dentro del contexto general de toda la actividad creadora del niño. Sus reflexiones se ven completadas por el estudio del dibujo de niños con dificultades de visión y del modelado en niños ciegos. Para este autor, los dibujos infantiles son la expresión del niño en su integridad. En 1947 en su libro “Desarrollo de la capacidad creadora” describe las características de las producciones artísticas de los niños en cada edad. A continuación sus seis (6) etapas del desarrollo creativo.
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